Una startup se podría definir como una empresa de nueva creación, una empresa pequeña que suele presentar posibilidades reales de crecimiento y un modelo de negocio escalable. Una startup lo puede ser en cualquier sector y ámbito pero el término se utiliza normalmente para referirnos a TICS y empresas que ofrecen servicios relacionados con Internet. De esta forma, se diferencian de otras empresas de poca edad como ya dijimos por sus posibilidades de crecimiento y escalabilidad, así como por tener un fuerte componente tecnológico. Además, las startups suelen tener necesidades financieras que les lleva a buscar dinero en las llamadas rondas de financiación. Sin embargo, todo este tipo de empresas relacionadas con Internet tienen, normalmente, unos costes de desarrollo menores con lo que se suele empezar por pedir el dinero a familiares, amigos…y a ‘idiotas’ que quieran invertir en un proyecto no consolidado. En definitiva, las startups suelen recurrir para financiarse en primera instancia a las tres F (Family, friends and fools).
En los últimos años en nuestro país (y en medio mundo) se ha desatado una fiebre casi enfermiza por las startups. Son muchos los que quieren crear una con amigos o compañeros de trabajo, así como también son cada vez más los que se animan a invertir en ellas. Y es que una startup recurre de forma habitual a este tipo de inversores, al que se les presenta la empresa y se les ofrece un porcentaje. También están ahí los llamados ‘business angels’ que te aconsejan y te guían sobre cómo llevar la empresa en sus pasos iniciales y también suelen pedir este tipo de colaboraciones a cambio de sus consejos. El problema de estos es que muchas veces se quieren meter demasiado en el negocio.
Muchos de los gigantes de Internet que hoy conocemos han empezado siendo startups. Los casos más conocidos son los de Google, Facebook o Twitter que con el paso del tiempo se han convertido en auténticos monstruos de empresas. Ahí reside otro punto de la discusión: ¿cuándo se deja de ser una startup para ser considerado como empresa? Seguramente, en los casos que aquí mencionamos, ni siquiera ellos lo saben. Y es que el propio ciclo de vida de una empresa hace que todo sea tan progresivo que todo se mezcla y suele ser muy difícil de ubicar ese punto de paso de considerar a una sociedad como startup a considerarla como empresa.
Las startups, pues, tienen muchas posibilidades de crecimiento y suelen ser negocios altamente escalables. Algunas pueden conseguir un buen exit (vender la startup propia a otra compañía ajena) o incluso fusionarse con otras. También pueden ser llevadas al éxito bajo los socios fundadores. Pero lo cierto es que no todo es un camino de rosas. Tener una startup es muy sacrificado y es posible que si tienes una te olvides de tu tiempo libre. Además, puedes trabajar sin cesar en ella pero no llegar al éxito por muchas y variadas razones: porque no has sabido llevar una buena idea a cabo o porque simplemente tu idea no es tan buena como pensabas o no encaja en el mercado actual. Son muchas y variadas las razones por las que una startup no llega a su éxito y muere pero lo cierto es que la estadística no miente y hoy en día tan solo una startup de veinte que se fundan logra salir adelante, y muchas veces sin todo el éxito ni el dinero que se esperaba conseguir y simplemente se dedican a sobrevivir. Así que ya sabes, piénsalo bien y si te ves capacitado para crear una startup planifica todo cautelosamente, tanto tu modelo de negocio, como tu equipo, como el capital que tienes que conseguir y perfila tu idea de forma clara y concisa. Y si te sale mal en primera instancia siempre puedes recurrir a pivotar tu modelo de negocio.