El mundo gira muy rápido para muchas empresas que no han sabido adaptarse al siglo XXI. En época de crisis y con el auge de las nuevas tecnologías, tan solo las mejores han sobrevivido o han sabido comenzar su trayectoria con unos cimientos sólidos y un modelo de negocio que se corresponda con las necesidades actuales del mercado. Los nuevos paradigmas y las circunstancias que envuelven a una empresa no tienen nada que ver hoy con lo que pedía el mercado hace unos años. Lo que antes servía hoy ya no vale.
En primer lugar está la figura del empresario. El empresario de hoy en día ya no debe ser visto como un jefe, sino como un líder. El liderazgo autoritario ya no se antoja eficaz. La gente debe estar contenta, motivada, tener cierta libertad que le haga sacar lo mejor de sí misma. El jefe (o líder) debe ser un guía que muestre el camino y que motive a andarlo. Cualquier signo de autoritarismo puede ser muy perjudicial y es que ante todo estamos trabajando con personas que deben ser tratadas como tal. El plano humano y la comunicación en una empresa se ha vuelto más importante que nunca para sacar el máximo rendimiento a los trabajadores.